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Comentario al Evangelio del 26 de junio

Viernes XII Semana

Tiempo Ordinario

26 de Junio de 2020

Evangelio

Señor, si quieres, puedes curarme.

+ Del santo Evangelio según san Mateo 8, 1-4

En aquel tiempo, cuando Jesús bajó de la montaña, lo iba siguiendo una gran multitud. De pronto se le acercó un leproso, se postró ante él y le dijo: “Señor, si quieres, puedes curarme”. Jesús extendió la mano y lo tocó, diciéndole: “Sí quiero, queda curado”.

Inmediatamente quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: “No le vayas a contar esto a nadie. Pero ve ahora a presentarte al sacerdote y lleva la ofrenda prescrita por Moisés para probar tu curación”.

Comentario al Evangelio

Iniciamos el capítulo octavo de san Mateo en donde se narran una serie de milagros por parte de Jesús, confirmando su doctrina y manifestando que el Reino de Dios está cerca. Sus palabras son firmadas con hechos milagrosos. Hoy se habla de la curación de un leproso. Todo milagro obrado por Jesús requiere la fe de las personas: “Señor, si quieres, puedes curarme”, y Jesús hace esa fe eficaz. Lo toca y lo sana. Nadie se atrevería a tocar a un leproso, y sin embargo, Jesús lo hace.

Cfr. Actualidad Litúrgica n. 274.

Reflexionamos

· ¿Te acercas a Jesús o lo buscas?

· ¿Te has liberado del qué dirán y te has abandonado en los brazos de Jesús?

· ¿De qué le pedirías a Jesús que te curara?

Nos comprometemos

Compasión: Si, al mirar bondadosamente, se descubre una situación lamentable, surge un sentimiento de compasión (término derivado del latín compati, sufrir con). Ello es debido a esa «pizca de paloma» que, según D. Hume, llevamos dentro de los humanos junto con ciertos ingredientes de lobo y de serpiente.

Gustavo Villapalos y Alfonso López Quintás,

(El libro de los valores, 2001).

Hoy Jesús nos invita a no quedarnos estáticos o indiferentes ante las necesidades del mundo, nos pide que aprendamos a extender la mano y tocar al que sufre a fin de poder darles esperanza y fortaleza.

Te puse a ti a su lado

Un individuo, viendo sufrir a otro a quien la fortuna había vuelto la espalda, indignado, se encara con Dios diciendo:

-No hay derecho, no es justo que permitas que este pobre hombre sufra tanto. Deberías hacer algo por él.

-Ya hice algo por él –contestó Dios.

-¿Sí? ¿Y qué has hecho? –Replicó insolente-.

-Te puse a ti a su lado.

*****

Protestar es fácil, pero estéril. Arrimar el hombro, ayudar a paliar el dolor de los que tenemos al lado es caridad. Y la caridad nunca es estéril. Aunque, cierto, cuesta más que protestar.

Agustín Filgueiras Pita,

Orar con… Un pan para cada día, (Bilbao 2004).


V. Continuaré, Oh Dios mío

R. ¡Haciendo todas mis acciones por tu amor!

V. San Juan Bautista de la Salle

R. ¡Ruega por nosotros!

V. Viva Jesús en nuestros corazones

R. ¡Por siempre!

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