Comentario al Evangelio del 04 de junio

Jueves después de Pentecostés

04 de junio de 2020

Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

Evangelio

Hagan esto en memoria mía

+ Del santo Evangelio según san Lucas 22, 14-20

En aquel tiempo, llegada la hora de cenar, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo: “Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con ustedes, antes de padecer, porque yo les aseguro que ya no la volveré a celebrar; hasta que tenga cabal cumplimiento en el Reino de Dios”. Luego tomó en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias y dijo: “Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios”.

Tomando después un pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Después de cenar, hizo lo mismo con una copa de vino, diciendo: “Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por ustedes”.

Comentario al Evangelio

El Evangelio de hoy nos ayuda a reflexionar sobre el sacerdocio de Cristo y también sobre el sacerdocio de la Iglesia. Nos situamos en la Última Cena, cuando Jesús nos encargó que celebráramos el memorial de su muerte salvífica. En la Misa Jesús actualiza, bajo la forma de pan y vino, su donación pascual que hizo en la Cruz, su Cuerpo entregado y su Sangre derramada, para que entremos en comunión con Él y así podamos ofrecer al Padre nuestras propias vidas. Es la comunidad quien celebra este memorial-actualización, pero lo hace presidida por un sacerdote que actúa en nombre de Cristo.

Cfr. Actualidad Litúrgica n. 250.

Reflexionamos

· ¿Cómo calificarías tu entrega hacia las personas o en lo que haces?

· ¿Sabes qué sentido tiene una Alianza?

· ¿Qué opinas de la entrega que hizo Jesús por nosotros?

Nos comprometemos

Autoconciencia: Es el valor o la capacidad de saber quién se es como persona; con virtudes y defectos, capacidades e inhabilidades. Mediante ella se puede operar equilibradamente en la realidad y ocupar un puesto práctico y realista en la vida. Toda persona tiene un llamado específico en la vida si se permite descubrirlo y luego desarrollarlo.

Hoy que recordamos esta celebración de Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, es muy bueno rogar por los sacerdotes, especialmente por los que conocemos y son nuestros amigos. Aunque también, como varón, sería muy bueno que nos planteáramos, como una opción válida, ser sacerdotes.

Roguemos al “Dueño de la mies” que haga surgir de nuestras comunidades y nuestras familias jóvenes que quieran consagrar su vida a través de la vida sacerdotal.

Altruismo

En el nido oculto en el cañaveral, las crías del pelícano levantan sus picos.

No hay nada para curarlas de la mordedura venenosa de la serpiente; nada hay para saciar su hambre.

El gran pelícano, cubierto de plumas doradas, busca desesperadamente.

El pantano ya está totalmente sin vida.

Al atardecer los polluelos ya no pían; están muriendo de dolor y de hambre.

El gran pelícano abre sobre ellos sus alas como una enorme mortaja en forma de cruz.

Luego con su pico el pelícano rasga su propio pecho.

¿Cómo podría vivir sin sus crías?

Del corazón abierto brota sangre caliente.

Las crías con sus picos beben aquella sangre que es medicina, aquella sangre que es vida.

Mientras que el gran pelícano muere desangrado, los polluelos comienzan a revivir.

Leonardo da Vinci en Cuéntame un ejemplo… 1987.

Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote

Jesucristo ejerce su sacerdocio durante toda su vida terrena y, sobre todo, en su pasión, muerte y resurrección. El sacrificio perfecto es el que ofreció en la cruz en ofrenda total como respuesta amorosa al amor del Padre y por nuestra salvación, y es el mismo Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote de la Nueva Alianza, quien, por el ministerio de los sacerdotes, ofrece el sacrificio eucarístico, que es el mismo de la cruz.

V. Continuaré, Oh Dios mío

R. ¡Haciendo todas mis acciones por tu amor!

V. San Juan Bautista de la Salle

R. ¡Ruega por nosotros!

V. Viva Jesús en nuestros corazones

R. ¡Por siempre!